Una de las líneas de investigación más prolíficas de la
teoría del cómic en los últimos años es la que explora sus posibilidades como
herramienta didáctica. También desde la propia industria del cómic hay quien se ha dado cuenta de la importancia de acercar el cómic a las aulas. Es el caso de Edicions de Ponent, que acaba de publicar la Guía didáctica de El Arte de volar, un manual de uso de la novela gráfica de Antonio Altarriba y Kim, (Premio Nacional de Cómic 2010), escrita por Antoni Guiral con la asesoría pedagógica de Montserrat Vilalta. Pero con esta entrada no pretendo ofrecer un panorama
exhaustivo del estado de esa línea de investigación (tampoco podría) sino aprovechar la iniciativa de la editorial para animar a los maestros y los profesores de instituto que no lo hayan hecho
todavía a plantearse el tebeo como herramienta en sus clases. Esta entrada está
dirigida a ellos.
El cómic (tebeo o historieta, tanto da) no es un género, ni
un subgénero. Es un medio. Eso quiere decir que dentro del medio cómic se
pueden desarrollar diferentes géneros (ciencia-ficción, fantasía, humor,
no-ficción, superhéroes) de la misma manera que en la literatura o en el cine.
También quiere decir que el cómic no es literatura. Desde mi punto de vista, se
tiende a asimilar narración con literatura y eso es un error. La narración no
es exclusiva de la literatura ya que existen artes que utilizan otros recursos
además de la palabra para transmitir una historia. El cómic estaría, en ese
sentido, al mismo nivel que la literatura, el cine o el teatro.
Otra de las consecuencias de considerar el cómic como un
medio es que no tiene por qué estar orientado a ningún tipo de público en concreto.
Durante décadas el cómic ha sido considerado un producto infantil porque una
parte muy importante de la industria se enfocaba a ese mercado pero hoy hay
cómics para todas las edades y, en realidad, siempre han existido los tebeos
para adultos. Teniendo en cuenta esto la mayoría de prejuicios contra el cómic
pueden ser desmontados con relativa facilidad.
Evidentemente, como en cualquier otro medio, no todos los
tebeos son adecuados para ser utilizados en el aula, pero el cómic tiene unas
características intrínsecas como lenguaje que lo hacen una herramienta a ser
tenida en cuenta. Hoy en día es muy común utilizar fragmentos de película
porque es una forma muy atractiva para enseñar, por ejemplo, el estilo de vida durante
un determinado periodo de la Historia. El cómic hace exactamente lo mismo con
una ventaja añadida. Por un lado coincide con el cine en que su naturaleza
eminentemente visual sirve de motivación al alumnado mientras que, por el otro,
su lenguaje basado en viñetas estáticas relacionadas secuencialmente obliga al
alumno a imaginar qué es lo que ocurre entre viñeta y viñeta. Esa actitud
activa que el cómic pide al alumno para ser leído ayuda a la comprensión y a la
asimilación del contenido. Pero esto es solo un ejemplo, se puede analizar tanto
el lenguaje como el contenido y existen infinidad de aplicaciones del cómic en
el aula en función del curso y las competencias que se quieran trabajar.
Además de la guía que hemos visto al principio de esta entrada, existen multitud de herramientas a disposición de los profesores con sugerencias sobre cómo se puede utilizar el cómic en el aula. Muchas se basan en la comprensión del lenguaje del cómic e, incluso, en la utilización de programas y aplicaciones que facilitan la creación de tebeos. Este enfoque trabaja competencias comunicativas y resulta especialmente interesante para primaria y los primeros cursos de secundaria. Aquí tenemos un ejemplo de aplicación. El libro El cómic y su utilización didáctica de José Luís Rodríguez Diéguez puede ser de mucha ayuda. También en esta conferencia de Manuel Barrero encontraremos un buen catálogo de propuestas en función de enfoques y edades.
En definitiva, el cómic puede ser un aliado del profesor si ese sabe como utilizarlo.
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